Opinión

Miedo y justicia

Si un juez teme que su decisión significará una grave amenaza a su integridad o la de sus cercanos, difícilmente podrá resolver razonablemente en derecho, salvo que posea un carácter que le permita sobreponerse al temor.

Publicación Diario La Tercera

Las incomprensibles resoluciones que se dictaron en causas penales ligadas al siniestro Tren de Aragua, a saber, entregar la lista de testigos protegidos y permitir la visita de inmigrantes indocumentados al penal de alta seguridad, probablemente tengan su origen en el miedo.

En ese sentido, el crimen organizado representa una importante amenaza a la independencia judicial. Si un juez teme que su decisión significará una grave amenaza a su integridad o la de sus cercanos, difícilmente podrá resolver razonablemente en derecho, salvo que posea un carácter que le permita sobreponerse al temor.

Sin embargo, exigir valor ante el Tren de Aragua o similares es imponer un deber de virtud que está más allá de la legalidad. Por tanto, la pregunta es ¿cómo protegemos institucionalmente a nuestros jueces del miedo? Es momento de diseñar mecanismos legales que den seguridad para resguardar una jurisdicción independiente ante el crimen organizado o el terrorismo. Experiencias existen, como el caso de España, que creó un tribunal ad hoc para procesar los delitos terroristas de ETA. Cuidar a nuestros jueces es un deber con ellos y el Estado de derecho.

Juan Francisco Cruz Salas, Observatorio Judicial